Volumen 1 Capítulo 10
El papel de Weed en las fuerzas de castigo
¡La fuerza de castigo con rumbo a la Aldea Baran!
Localizado en la frontera de la civilización humana, el Reino de Rosenheim estaba rodeado por monstruos. El Reino había levantado muros fortificados y había organizado milicias en las ciudades fronterizas, pero los ataques anuales de goblins y orcos que asaltaban los pueblos tras las cosechas de otoño seguían causando estragos, lo que suponía un quebradero de cabeza en la Corte Real.
La misión de la fuerza de castigo asignada a Darius era una misión de grupo para recuperar el Poblado Baran que había caído bajo el ataque de los hombres-lagarto. Aquellos que se unían a la fuerza de asalto compartían la misma misión y ellos, formando un cuerpo de trescientos jugadores, irían a expulsar del poblado a los invasores.
El tema había estado causando sensación en la Ciudadela de Serabourg en los últimos días. Hasta los jugadores de otros Reinos estaban llegando a la Ciudadela para unirse a la misión, haciendo que la ciudad estuviese más llena de gente que de costumbre.
A todo aquel que tomase parte en la misión se le otorgaban puntos de experiencia, por no mencionar la [Fama], como reconocimiento por sus servicios al Reino de Rosenheim. Todo el mundo estaba hablando de ellos, pero Weed no se había enterado al haber estado ocupando tallando estatuas en su puesto.
Weed accedió a reunirse con sus antiguos compañeros de equipo. Todos le esperaban en el centro de la ciudad.
“Me alegro de volver a verte, Weed.”
“¡Guau! Cuánto tiempo sin verte.”
Surka e Irene le dieron la bienvenida. Su equipo había cambiado notablemente desde la última vez que se habían visto. Surka llevaba una chaqueta de buena calidad, e Irene un vestido clerical completamente blanco. En el caso de Romuna, la maga, vestía la típica túnica negra.
Se sorprendieron al ver que Weed aún llevaba el mismo atuendo.
“Weed, ¿dónde has estado?”
“Es una larga historia…” – antes de que pudiese terminar de responder, Surka le quitó la palabra y dijo:
“Entiendo. No te has conectado desde hace semanas, ¿verdad?”
“…”
“Oh, ¿vas a unirte a la misión de la fuerza de asalto? ¡Por favor, ven con nosotros, Weed!” – Romuna abrazó su brazo con los suyos, como si fuesen una pareja.
Pale el arquero les observaba con una expresión dolida que le causó a Weed un escalofrío. Ya se había fijado en que Pale cortejaba discretamente a la maga.
Deslizando su brazo del firme agarre de Romuna, Weed preguntó:
“¿Qué niveles tenéis?”
“Yo 48 . He muerto cinco o seis veces, por lo que tengo el nivel más bajo del grupo.” – respondió Surka obedientemente.
“Yo estoy en el 51.” – dijo Irene.
“Igual que yo.” – esta vez era Romuna.
“Y yo 53.” – dijo por último Pale, aún incómodo por la imagen que acababa de ver.
Weed ya sabía que sus compañeros eran amigos en la realidad, por lo que siempre estaban cazando juntos, y subiendo niveles a un ritmo parecido. Aun así, era obvio que habían estado en un buen terreno de caza, ya que habían subido de nivel más rápidamente que la mayoría de los jugadores normales.
Le confiaron que se habían retirado temporalmente de la universidad. Aunque no querían decirle más, él supuso que habían estado jugando a Royal Road casi sin parar, sin dormir, encerrados en sus cuartos oscuros como si fuesen personas aisladas socialmente.
Pale pronto comprobó que Weed se uniría con ellos a la misión de la fuerza de asalto.
“Han publicado que el nivel requerido es 30 o superior. Esta misión da un extra a la experiencia conseguida. Y además puedes conseguir algo de [Fama].”
La fuerza de castigo tenía previsto encontrarse muchos tipos de monstruos. El objetivo principal eran los hombres-lagarto que ocupaban el Poblado Baran, pero era más que probable que se encontrasen con los menos peligrosos goblins.
“La misión es un poco arriesgada, pero podemos usar la ayuda de los PNJs en caso de emergencia. Estoy realmente cansada de las arañas rojas y de los bandidos.” – dijo Pale con gesto abatido.
Mientras Weed había estado ocupado, sus compañeros habían estado cazando en una mazmorra cercana. La mazmorra de las arañas, en la que en cada estalactita se escondían arañas rojas y arácnidos venenosos. Irene se encarga de los envenenamientos, pero Pale quedó traumatizado al verse atrapado en una pegajosa telaraña, removiéndose patéticamente contra las babeantes arañas gigantes.
Weed asintió, comprendiendo exactamente por lo que Pale había pasado. Él lo había pasado mal luchando contra los gusanos gigantes.
“No estaría mal tomar parte en la fuerza de castigo.”
“Pues bienvenido, Weed. Por cierto…”
“¿Sí?”
“¿Has conseguido una clase?”
Hasta donde el grupo sabía, Weed había estado indeciso sobre qué clase elegir cuando estaban haciendo sus cacerías nocturnas. Hasta habían hecho sus apuestas sobre cuál terminaría escogiendo.
“Tengo una clase, pero…”
“¿Qué clase es? Anda, dínoslo…” – Irene, que normalmente se mostraba reservada, se le acercó con los ojos brillando. Como sacerdotisa a cargo de la curación de sus compañeros, se suponía que debía conocer la clase de los demás.
Solo entre los tipos de guerreros ya había muchas posibilidades, por no mencionar las ramas de clases de combate que se especializaban en diferentes armas y estilos de lucha. Los tanques tenían una [Defensa] enorme y una gran cantidad de puntos de [Salud], mientras que los guerreros puros se enfocaban en subir su [Ataque] y su [Fuerza].
En el caso de Surka y Pale, pertenecían a las clases de apoyo con una gran [Agilidad], pero con menores puntuaciones en [Fuerza] y [Vitalidad] si los comparamos con los otros luchadores cuerpo a cuerpo.
Es más, los paladines, también conocidos como caballeros sagrados, podían usar poderes divinos, incluyendo la [Mano Sanadora] para curarse, gracias a su atributo exclusivo de [Fe].
Weed se rascó la cabeza, se encontraba incómodo.
“Soy un escultor.”
“¡Guau, mola! ¡Te has cogido una clase de artista!” – Surka empezó a reírse alegremente, pero el resto no parecía tan complacido. El prejuicio asociado a los débiles escultores estaba profundamente arraigado en sus mentes.
De hecho, la clase escultor era una de las clases artesanales que no tenían nada que ver con las habilidades de combate, por lo que no contaban con ningún bonificador en [Fuerza] o en [Vitalidad]. Aun así, aceptaron a Weed como uno de los suyos con todo su corazón. No eran tan crueles como para volverle la espalda a su antiguo hermano de armas solo porque se hubiese convertido en miembro de una de las clases menos deseables.
“Vamos de camino a Sir Darius para unirnos a la expedición. Ven con nosotros.” – dijo Pale.
“Pero, es que verás, soy un escultor.” – insistió Weed.
“No te preocupes. Podemos cubrir lo que te falte. Deberíamos apresurarnos antes de que otros jugadores llenen el cupo. El límite del cuerpo de asalto es de trescientos jugadores y doscientos soldados PNJs y se llena por orden de llegada.” – explicó Pale.
“Vamos, Weed.” – le insistió Romuna.
“Si piensas que no estás cualificado para ocupar un puesto por ser un escultor nosotros te ayudaremos. Ven, ¿por favor?” – dijo Surka.
Ahora que había expuesto su clase se había quedado sin excusas para rechazar la propuesta.
Las mujeres sentían un instinto maternal tan fuerte que no podían abandonarle, aunque le creyesen débil, y Pale casi le rogó que se les uniese en la fuerza de castigo para compensarle por lo que había hecho por ellos anteriormente.
Persuadido por sus insistencias, Weed se dirigió hacia donde las fuerzas de Darius se estaban concentrando.
* * *
El Duque Kanus estaba manteniendo su encuentro semanal con los caballeros. Todos los caballeros de la Ciudadela, sin excepción, habían sido convocados a ella. En la reunión, se discutía cómo expulsar a los monstruos de Rosenheim, un plan de reclutamiento y otros asuntos militares de urgencia.
“Ha hecho un buen trabajo, Lord Midvale, los soldados que se le asignaron están perfectamente entrenados. Estoy impresionado por ver que todos han superado el nivel 50.” – dijo el Duque.
“No es obra mía, Su Excelencia” – replicó Sir Midvale.
“¿Eh? Yo mismo le confié esa misión. Dígame qué pasó.”
“Si insiste, Su Excelencia.” – respondió el caballero. A continuación pasó a informar en detalle de los eventos acontecidos durante la misión en la Guarida de Litvart.
“Mmm… ya veo.” – dijo el Duque Kanus acariciándose su cuidado bigote.
Los demás caballeros también se mostraban sorprendidos porque un extranjero, y no un nativo del Continente de Versalles, hubiese hecho tan buen trabajo. Los PNJs se reconocían como nativos del Continente, y a los usuarios como hombres libres enviados por Gaea, el Vidente Sagrado. Tenían emociones, y hablaban y actuaban como si fuesen reales gracias a una avanzada inteligencia artificial.
“Un buen hombre, desde luego. Lord Midvale, ¿por qué no le reclutó para el Ejército de Rosenheim?” – preguntó el Duque.
“Le ofrecí dos veces un puesto de oficial, pero ambas veces dijo que quería mantener su libertad para acabar con los monstruos a su criterio.” – contestó Sir Midvale.
“Entiendo, un hombre libre.” – comentó el Duque Kanus, impresionado.
“Sí, Su Excelencia. Aunque no pertenece a nuestro Reino, me da la impresión que es un hombre que volverá a proteger Rosenheim.” – dijo Sir Midvale.
“Si usted lo dice seguro que volveremos a ver su espada a nuestro lado algún día.” – dijo el Duque abandonando el tema sobre la Guarida de Litvart y pasando al siguiente.
* * *
De camino a Darius, Weed se detuvo en una tienda.
“¿Weed, por qué nos hemos parado aquí?”
“Ahora veréis.”
La tienda estaba abarrotada de clientes. Principalmente recaderos de los diferentes restaurantes de la Ciudadela.
Un chico, vestido con lo que parecía ser un traje de mensajero, gritó:
“¡Quiero unas buenas pechugas!”
“Ja, ja, ja, ja, estás en el lugar equivocado, semental. El burdel está en la próxima esquina. Esperó que tengas un carné” – respondió el tendero.
“Joder. ¡Lo que quiero son pechugas de pollo!” – el chico hizo una mueca de disgusto. Pero el tendero, en cambio, no dejaba de sonreír.
“¿Solo pechugas de pollo? ¿No necesitas huevos también?”
“Ups, me olvidaba. Huevos también.”
“Pues tendrás que esperar a que las gallinas pongan.”
“¿Y el pollo?”
“Cuando los huevos se abran, señor.”
Irene se rio ante el intercambio de palabras entre el tendero y el recadero.
“Que chico tan gracioso.”
“Supongo que trabaja para un restaurante porque no puede salir de la Ciudadela estas primeras cuatro semanas.”
“Mala elección. ¿Por qué habrá decidido trabajar en un restaurante, donde no hay gran cosa que aprender?” – para Pale, hacer carrera en un restaurante no era buena idea.
A los novatos se les recomendaba tomar trabajos bien pagados, o en el caso de los aspirantes a hechicero, leer y aprender todo lo posible en una biblioteca. Era así para que pudiesen comprar mejor equipo con el que cazar más fácilmente y subir más rápido de nivel a la larga.
Pero Weed no estaba de acuerdo con esa opinión.
“Si trabajas en un restaurante, puedes aprender la habilidad [Cocina]. Vale la pena.” – dijo.
“Lo sé, ¿pero de qué sirve aprender una habilidad inútil como [Cocina]? Si compras pan de cebada procesado, te puede durar un mes.” – replicó Pale.
“Tiene razón. ¿Para qué aprender cómo cocinar cuando es fácil aumentar tu nivel de satisfacción?” – preguntó Surka.
Para Weed, Surka y Pale tenían ideas equivocadas y hasta infantiles. Subestimaban la habilidad de [Cocina] tanto como habían despreciado el [Dominio de la Escultura], sin saber el gran impacto que las buenas comidas podían tener sobre los atributos.
‘Esta gente no sabe lo que es una vida de pobre.’ – pensó.
Los ojos de Weed se oscurecieron. Quienes han pasado períodos de dificultades económicas no subestimarían el significado de la habilidad [Cocina]. Imagina que te ves obligado a comer solo pan de cebada cuando estás cazando en el campo.
Si eres un novato con un nivel bajo, y tienes poco dinero, aguantas porque no tienes otra opción. Pero en cuanto tu nivel alcanza cierto punto en que puedes permitirte una buena comida, tu lengua rechaza automáticamente el pan de centeno.
En realidad, hasta Pale empezaba a tener problemas llevándose el pan de centeno a la boca. En el fondo, toda la gente es igual. Tienen la misma lista de deseos, y a medida que los van cumpliendo, la lista crece sola. Particularmente, las necesidades básicas de una casa, las ropas y la comida son inseparables de la misma vida.
Lo que es más, la habilidad [Cocina] funcionaba en la realidad. A medida que la habilidad mejoraba, recibes una lista de recetas basadas en los ingredientes con los que cuentas. Puedes probar nuevas recetas en la Realidad Virtual que se quedarán en tu cabeza cuando te desconectes. Si dominas la habilidad al menos hasta el nivel experto, nunca tendrás que preocuparte por buscar un trabajo, porque cualquier restaurante te recibiría con los brazos abiertos.
Significaba que la realidad estaba copiada con precisión en este mundo imaginario. En otras palabras, lo que se aprendía aquí, también funcionaba en la realidad. Así de detallado y realista era Royal Road.
Por supuesto, la mayoría de los jugadores que no se molestan aprendiendo habilidades artesanales tanto como Weed nunca comprenderán cómo era en verdad hasta que lo experimenten por ellos mismos.
‘Me pregunto si alguna vez lo intentarán.’
Weed anticipaba que el valor de la habilidad aumentaría a medida que los jugadores pasasen del nivel 100. Las comidas que Weed preparaba con su habilidad de [Cocina] – Principiante tenían un efecto beneficioso en los puntos de salud. ¿Qué efecto tendrían los platos de un maestro?
‘Estoy seguro que hasta una pareja felizmente casada mataría para poder probar un plato así.’
No solo el sabor de la comida, también los efectos adicionales tendrían que ser algo excepcional. ¡Un duro e insípido pan de cebada de tres monedas de cobre contra un plato de cocina francesa que mejora tus atributos! La competición había terminado antes de empezar.
Weed se imaginaba que los platos preparados por un gran chef podrían venderse por un verdadero montón de dinero. Pensaba que el valor de las estatuas se mantendría estable y que no cambiaría por mucho tiempo que pasase, mientras que la habilidad [Cocina], mientras fuese una parte integral de la vida, nunca perdería su influencia en el día a día.
En algún momento, los más veteranos empezarían a buscar la mejor comida que pudiesen encontrar, y entonces el valor de los cocineros profesionales se dispararía. Bueno, puede que algunos ya lo hayan previsto. Los cocineros son uno de los grupos que más celosamente protegen sus secretos profesionales. Deben estar creando sus propias recetas y mejorando su habilidad.
Se volvió hacia sus compañeros con gesto serio y les dijo:
“Entiendo que no apreciéis las habilidades artesanales en general. Las de combate son importantes. Pero creo que llegará el momento en que las habilidades de producción terminarán siendo las más importantes. Todas las artesanías tienen algo en común, y además también mejoran y ayudan en la capacidad de combate. Os sugiero que las aprendáis, por lo menos, la de [Cocina]. Al fin y al cabo, es algo esencial en el día a día.”
“…”
“Lo siento.” – dijo Surka con voz baja.
“Olvidaba que eres un escultor, y sin pensarlo empecé a criticar a los artesanos. Lo siento mucho.” – dijo Pale también.
Surka, Pale e Irene estaban avergonzados.
Pensaban que Weed se había enfadado porque habían estado subestimando la habilidad [Cocina], una de las artesanías, en su cara.
“No era esa mi intención. Me habéis malinterpretado.” – Weed sacudió la cabeza.
No importaba cuánto se esforzase en explicárselo, no lo entenderían hasta que no lo viesen con sus propios ojos.
La tienda tenía un ambiente agradable, ya que la mayoría de los clientes eran habituales. Weed se abrió camino entre la multitud y se dirigió al mostrador.
“Buenas.” – dijo.
“Buenas. He oído lo que decías. ¡Creo que tienes razón sobre la [Cocina]!” – dijo el tendero.
“Gracias.”
“Tu cara me resulta familiar.”
“Es posible. Vine a comprar hace unos pocos días.”
Cuando Weed estaba mejorando su [Dominio de la Escultura] y su [Cocina] a la vez, había ido a esta tienda para comprar alimentos en cantidad, por una simple razón, sus bajos precios. La mejor manera de maximizar los beneficios es siempre minimizar los costes comprando grandes cantidades de materiales a la vez con un descuento. Weed siempre había comprado en esta tienda, aunque era la primera vez que hablaba con el tendero.
“Será eso. Gracias por venir a mi tienda. Por cierto, ¿estás siguiendo el camino de la [Cocina]?”
“No, mi clase principal no es la de cocinero, pero conozco muy bien su valor.”
“Está bien. ¿Qué puedo hacer por ti?” – los ojos del tendero refulgieron, evaluando a Weed.
Weed ya había comprendido, por su conversación con el recadero, que el otro tenía que ser también un jugador.
“Especias y salsas.”
“Mmm. Hay muchos tipos de especias. Sal, azúcar y pimienta, y también puedo mostrarte algunas especialidades locales interesantes, como especias de la tierra de los elfos, y botellas de savia extraída de ciertas plantas del Norte.” – respondió el tendero.
En el amplio Continente, había una gran cantidad de objetos con sabores propios que los granjeros cosechaban y eran transportados en caravanas.
“No busco nada especial, solo lo básico.”
“Perfecto. Solo los tontos que buscan impresionar a los demás hacen pedidos especiales. ¿Sobre la calidad?”
“Por supuesto, la mejor.”
“¿Cuánto?”
Weed recontó el dinero que tenía. Aún no había vendido alguno de los metales que tenía, salvo la plata que había reunido de las reinas gusano.
Los estaba reservandolos para el futuro, para usarlos al reparar su equipo y mejorar su habilidad de [Reparar].
“Tengo veintisiete monedas de oro. Esa cantidad.” – dijo tras hacer cuentas.
“Muy bien, te daré un pequeño extra.” – respondió el tendero.
Cuando los compañeros de Weed oyeron la conversación entre él y el tendero sintieron que entre ambos existía una sensación de entendimiento y respeto, como si un par de viejos compañeros de copas se acabasen de encontrar.
De hecho, el tendero era uno de los que habían emprendido el camino de la [Cocina]. Cuando vio a Weed, comprendió que en la última oleada había aparecido un buen rival. Weed también reconocía al tendero como alguien que había empezado antes que él en ese camino, por lo que se entendían con pocas palabras. Bastaba con el contacto visual.
Se guardó las especias en la mochila. Satisfecho con los preparativos para el nuevo viaje, se dirigió al campamento de la fuerza de castigo de Darius junto con sus compañeros.
* * *
La fuerza de castigo al Poblado Baran ya era el principal tema de conversación en la ciudad, por lo que muchos jugadores habían estado dispuestos a unirse a la misión. Darius estaba sentado en una pequeña silla, entrevistando a los aspirantes.
“Siguiente.”
“Hola, me llamo Cochran. Arquero de nivel 68. Soy bueno con [Tiro Múltiple], y mi arma es un Arco de Lassante.”
“Aprobado.”
Los siguientes eran el equipo de Weed, con Pale como cabecilla, que habló nervioso con Darius. Pale hablaba como representante de su equipo.
“Todos estamos en el mismo equipo. Niveles 50. Clérigo, maga de combate especializada en fuego, explorador, monje y…” – Pale tartamudeó al ir a presentar a Weed porque temía que, al mencionar que Weed era un escultor, Darius pudiese enfadarse y rechazar al grupo.
“Mmm… es un equipo equilibrado. Genial. Y él… ¿también pertenece a tu equipo?”– Darius señaló a Weed, mientras le preguntaba a Pale.
“Sí.”
“Cinco en total. Con eso se completan los últimos puestos de mi ejército.”
“Entonces…”
“¿Quieren unirse a la misión de reconquista del Poblado Baran?” – preguntó Darius, y una ventana apareció ante los ojos de Weed.
¡Ding!
Nueva misión: [Fuerza de Castigo al Poblado Baran].
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Más allá de las fronteras del Reino de Rosenheim hay un mundo de bestias
salvajes. A pesar de que se construyen muros y se envía a las tropas
para expulsar a los monstruos que cada año asaltan distintos poblados,
esta vez hubo un fallo en las defensas, y una oleada de monstruos se
asentó en el Poblado Baran.
Con la ayuda de los soldados de Rosenheim, salva la Aldea Baran de la calamidad, y destroza los monstruos.
Dificultad: D.
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Restricciones:
Debes completar la misión en 30 días.
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Pale habló con una gran sonrisa.
“Claro.”
“Yo también quiero unirme.”
“Y yo.”
“Gracias por invitarme.”
“Sí.” – Weed fue el último en unirse.
Has aceptado la misión.
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“Muy bien, en marcha.”
Darius se puso en pie de un salto y gritó:
“¡Chicos de la fuerza de castigo, por aquí! ¡Estamos todos! ¡Nos vamos!”
* * *
No hubo ceremonia de partida para la fuerza de castigo enviada al Poblado Baran. Solo algunas personas que conocían a algún miembro de la tropa sacudiendo la mano en señal de despedida.
Trescientos jugadores con atuendos coloridos marcharon hacia la Provincia sureña por la Puerta del Sur. El destino era la Aldea Baran. Pretendían recuperar el poblado que había caído bajo las garras de los hombres-lagarto.
“Je, je. Nunca había estado tan lejos de la Ciudadela. ¡Es como un viaje escolar!” – dijo Romuna.
“Creo que nos teníamos que haber traído algo de comer.” – respondió Irene.
Las chicas estaban hablando animadamente.
¡Aire fresco y un día soleado! Era un día perfecto para una excursión. Lobos y leones, aterrorizados por el tamaño del grupo, desaparecían de su camino, asegurando la seguridad del viaje.
Mientras sus compañeros hablaban relajadamente, disfrutando de la charla, Weed estaba examinando a los demás grupos, desde qué vestían hasta su equipamiento.
‘La media de los jugadores en la fuerza de castigo está entre 40 y 60. Por lo que he oído, el de Darius es al menos 140.’
Darius tenía cinco compañeros, tres guerreros con espada, un ladrón y un guerrero básico.
‘Supongo que tendrán más o menos los mismos niveles.’
Weed determinó que Darius había formado el batallón con cualquiera que se presentase y cumpliese con los requisitos básicos hasta tener los trescientos requeridos.
Había empezado a sospecharlo cuando se presentó para la misión, al ver la forma relajada en que les aceptaba. En el caso de Weed, ni se había molestado en preguntar ni su clase ni su nivel.
‘Supongo que quiere acabar con todo esto lo antes posible. Hay un montón de recompensas en juego.’
Una sensación de alarma se iba abriendo paso en sus ideas. Había investigado sobre Darius, el líder de la fuerza de castigo, justo después de que Pale le propusiese la idea.
Darius tenía una mala reputación. Era un hecho conocido que haría lo que fuese necesario para su propio interés.
“Chicos, escuchad.” – dijo en voz baja.
“¿Eh?” – a Surka le extrañó la actitud de Weed.
“Cuando lleguemos a Poblado Baran no deberíamos confiar en nadie.”
“¿Qué quieres decir con eso?” – preguntó Romuna.
“Que estaremos por nuestra cuenta.” – respondió él.
Pale miró alrededor, como si acabase de despertar tras oír el comentario de Weed, y se mostró de acuerdo.
“Entiendo lo que quieres decir, Weed.”
“¿Qué pasa? No lo entiendo.” – insistió Surka.
Weed le miró con el ceño fruncido.
“¿Conocemos a alguien más de la fuerza de castigo?”
“No.” – respondió ella.
“¿Quieres decir que si logramos un buen objeto alguien podría matarnos para intentar quedárselo?” – preguntó Irene.
La pregunta pilló a los demás por sorpresa. Surka y Romuna incluso parecían asustadas.
“No es eso a lo que me refiero pero, claro, es posible. Pero no creo que haya nadie tan descarado como para pasarse tanto delante de todos estos testigos en la fuerza de castigo. Si recibe la marca del asesino por matarnos, se convertiría en un enemigo público delante de cientos de personas, y le matarían en un acto de venganza. Además, Darius no lo permitiría, porque pondría en duda su autoridad.”
“¿Entonces qué es lo que te preocupa?” – preguntó Romuna.
“El problema es que no tenemos a nadie en quién confiar.” – explicó.
Weed llevó a su grupo a cierta distancia del grueso de las tropas para que no les escuchasen, y añadió.
“A pesar de nuestros bajos niveles vamos a enfrentarnos con un buen número de monstruos.”
“¡Exacto! ¿No es por eso por lo que se han reunido trescientos jugadores para la misión, y tomados prestados doscientos PNJs del Ejército de Rosenheim? Cuando esto termine, habremos ganado experiencia y fama.” – dijo Surka.
“Y he aquí la pregunta. ¿Cómo lucharemos cuando empiece el combate?” – preguntó Weed.
“Sí, tenemos un montón de gente, pero somos un puñado de desconocidos que no sabemos nada los unos de los otros. No conocemos las habilidades de ese explorador. No sabemos si el mago a su lado es realmente un mago, o un impostor disfrazado. Imagínate que los hombres-lagarto nos atacan por sorpresa. ¿Cómo reaccionarán? ¿Cómo podemos hacerles frente y contraatacar?”
“¿Y qué tiene eso de malo? Se supone que los asaltos son así, ¿no?” – preguntó Irene.
Al oír la pregunta, Pale meneó la cabeza.
“La mayoría de los asaltos consisten en matar un cierto número de monstruos, o acabar con la amenaza en un área definida. No he oído mucho sobre batallas a gran escala contra los monstruos en campo abierto como esta misión. Contamos con trescientos jugadores y doscientos soldados, pero cuando empiece el combate, estaremos separados en secciones con nuestros compañeros de equipo.” – explicó.
“Eso significa…”
“Irene, los números no siempre son absolutos. Trescientos usuarios y doscientos soldados no garantizan que se pueda contar con un ejército de quinientos hombres. Si nos imponemos a los monstruos, no habrá problemas. Pero si nos encontramos con un inesperado giro de los acontecimientos, nos derrumbaremos como un castillo de naipes. Deberíamos tener cuidado.” – respondió Weed.
Además, Darius había estado demasiado obsesionado con obtener una victoria rápida. Al haber muchos jugadores dispuestos a unirse a la misión, Weed hubiese aceptado jugadores de alto nivel para disminuir el riesgo de que todo se viniese abajo en una emergencia… aunque en ese caso el equipo de Weed no se hubiese podido unir.
Pero Darius estaba determinado a hacerse con todos los puntos de contribución, por lo que había rechazado a cualquier jugador con un nivel superior a 100. En cambio, había cargado las filas con jugadores de bajo nivel.
También había ordenado a los soldados de Rosenheim que se quedasen atrás y siguiesen al cuerpo principal a cierta distancia.
‘Apuesto a que le preocupa que los soldados puedan obtener algunos puntos de experiencia y la [Fama] que le corresponderían a él.’
Si Weed hubiese liderado las tropas para la misión, hubiese hecho justo lo contrario. Hubiese descartado a los 300 jugadores, y en su lugar hubiese aprovechado a los 200 soldados de Rosenheim.
Si hubiese comandado a los PNJs para que destruyesen la banda de hombres-lagarto, su reputación y su [Carisma] habrían aumentado. Hay muchas formas de ganar [Fama] o experiencia, pero el atributo [Carisma] necesitaba este tipo de oportunidades para crecer más rápidamente.
Una vez más, Weed avisó a sus compañeros que tuviesen cuidado.
* * *
La tropa se detenía de vez en cuando para descansar y comer. Los jugadores de la fuerza de asalto masticaban la comida seca que habían comprado, o preparaban almuerzos ligeros. Los soldados de Rosenheim mantenían un plan de tres comidas diarias.
“¿Qué vamos a hacer con las comidas?” – preguntó Surka.
Pale y Surka miraron a Weed mientras hablaban sobre la próxima comida. Sabían, por la conversación que habían seguido el día anterior en la tienda que Weed era bueno cocinando.
Weed se ofreció a demostrarles su habilidad [Cocina].
“Yo me encargaré de nuestras comidas. Pale, ¿podrías cazar algunos conejos o ciervos? Al menos dos de cada uno.”
“Sin problemas.” – respondió el arquero.
Pale cogió su arco, y poco después estaba de regreso con tres conejos y dos ciervos. Como explorador especializado con el arco, podía dispararle a un conejo con una certeza de impacto del 100%.
“Ahora os prepararé un plato delicioso.” – dijo Weed.
Weed encendió un fuego, peló la piel de los conejos y los ciervos, los atravesó con unos palos y los puso encima del fuego. A medida que los iba girando lentamente, iba esparciéndoles sal y pimienta.
“¡Uahh! Qué buena pinta.” – exclamó Surka.
“¿Ya podemos comer?” – preguntó Irene.
Ambas estaban babeando por el olor de las carnes asadas… la tentación era casi irresistible.
Weed ya había cautivado las lenguas y los estómagos de Sir Midvale y sus hombres en la Guarida de Litvart. Habían devorado sus estofados como una manada de lobos hambrientos, y hasta rebañaban los pocos restos que hubiesen podido quedar en las cazuelas.
Comparado con esos días, su habilidad intermedia de [Artesanía] añadía profundidad al sabor de sus platos, y el atributo [Arte] hacía que resultasen incluso más apetitosos.
Hasta el palo que atravesaba los ciervos desde la boca hasta los cuartos traseros para mantenerlos sobre el fuego tenía buena pinta.
“Por favor, servíos.” – dijo cuando vio que ya había torturado suficiente a sus compañeros con la visión de la comida.
Como dice el dicho, el hambre es la mejor de las especias.
¡ÑAM!
En cuanto Weed les dio su aprobación a los demás, estos se apresuraron hacia la barbacoa y empezaron a arrancar la carne de los huesos y a llevársela a la boca.
“¡Ohh… está taaaaaaaan bueno!” – gritó Surka.
“Eres el mejor, Weed.” – dijo Romuna, levantando el pulgar con la mano llena de grasa. Su boca estaba cubierta de grasa amarillenta.
Aparentemente sucumbiendo a uno de los siete pecados capitales, la gula, Irene se estaba comiendo un conejo entero, y Pale estaba ocupado atacando una de las patas traseras de uno de los ciervos. Estaban chupando hasta los huesos.
“Gracias, Weed.”
Encantados por la espléndida comida, no dejaban de halagar a Weed una y otra vez.
“No es nada.” – Weed miró alrededor y vio que muchos de los demás jugadores se habían reunido alrededor de su equipo sin que se hubiesen dado cuenta.
“Tiene buena pinta…”
“Y que lo digas…”
“¡Qué envidia me dan!”
Entre los miembros de la fuerza de castigo, el apetito de los observadores estaba siendo aguijoneado, incluso más, al ver a Irene y Romuna quienes estaban disfrutando como nunca antes.
“¿Les importa si cojo un poco?” – preguntó un hombre.
Weed distribuyó la comida entre los demás.
“Sírvete, pero la próxima vez deberías traer algo de carne.”
“Oh, muchas gracias.” – recibieron agradecidos la comida. Pero esta se acabó después de que unos pocos se les uniesen.
Weed empezó a trabajar más duro en la siguiente comida, ya que muchos jugadores se le acercaban con carne y le pedían que se la preparase. De hecho, algunos sabían cocinar. Se habían visto obligados a prepararse la comida cuando se les acababa la carne seca cuando estaban realizando misiones de caza.
Por decirlo de forma simple, el 80% de las tropas eran hombres. Odiaban las labores cotidianas de la cocina, como pelar patatas y cortar cebollas. Y lo mismo ocurría con las jugadoras.
Incluso aquellos que habían aprendido la habilidad [Cocina] preferían reunir la carne y dársela a Weed para que se la preparase a cocinarla ellos mismos.
“Lo siento. Te debo una.” – dijo un hombre el segundo día de viaje.
“No, no es nada. No te preocupes. Lo hago por diversión.” – respondió Weed.
“Pero…”
“¿Te resulta incómodo? ¿Y si hacemos un trato? Si quieres compensarme para no sentirte culpable ni que me debes nada, puedes pagarme por la comida. Por las especias y las salsas, ¿sabes?” – propuso.
“Eso me gusta más. Así no me sentiría incómodo.”
¡Un gran trabajo secundario!
Weed empezó a cobrar una pequeña tarifa por cocinar. Por supuesto, era bastante superior a los costes de las especias y las salsas, pero nadie se quejó porque aún estaba dentro de lo aceptable.
Cuando la tropa se detuvo en una ciudad en el viaje hacia el Poblado Baran, Weed compró una gran cantidad de alimentos en una tienda local. Necesitaba actualizar sus recetas para mejorar su habilidad [Cocina] más rápidamente. Además, los nuevos menús que nunca antes había intentado hacer, siempre eran bien recibidos por sus clientes.
Siempre estaba ocupado: durante la marcha trabajaba en los alimentos que había comprado en la tienda, y en los descansos, cocinaba. El cuchillo de tallar de Zahab, además de para su uso original, era perfecto para pelar patatas.
‘Bueno, al fin y al cabo tallar y pelar son bastante parecidos.’
Las comidas que preparaba por lo general aumentaban la [Salud] de quien la comía en un 5%, y como su [Artesanía] estaba en nivel intermedio, además daban otros beneficios.
El nivel intermedio de [Artesanía] ofrecía efectos adicionales de un aumento del 30% en su [Dominio de la Espada], y del 50% en la [Cocina].
Por lo tanto, el efecto final sobre los puntos de [Salud] era el de un aumento del 7%. Podía sonar como algo trivial, pero esa diferencia podía salvar una vida en medio de una batalla caótica, en la que siempre podías recibir un golpe por la espalda en cualquier momento.
Unas caras familiares se acercaron a Weed, que estaba concentrado cocinando. Vestían los uniformes del Ejército de Rosenheim.
“¡Jefe!”
Solo unos pocos PNJs llamarían a Weed con ese título. Dejó de cortar la carne, levantó la cabeza, y reconoció las caras que tenía delante.
“Son…” – empezó a decir.
“¡Saludos! ¡Saluden al Comandante!”
Eran Becker, Hosram y Dale, los hermanos de armas con los que Weed había estado luchando en la Guarida de Litvart.
“¿Cómo estáis?” – les preguntó.
“Nos ascendieron a decuriones, Comandante.” – respondió Becker.
Cuando los soldados que Weed había adiestrado a conciencia fueron ascendidos a decuriones, no pudieron regresar a sus regimientos originales. Por eso, las autoridades militares les habían asignado los nuevos reclutas y otra misión.
“Supongo que os han ordenado uniros a la fuerza de castigo del Poblado Baran.” – dijo Weed.
“Sí, Comandante. Una vez que la misión esté completa, estaremos asignados en el poblado para asegurar el área circundante.” – respondió Dale.
Algunos de los antiguos subordinados de Weed, Buren incluido, habían sido puestos bajo el mando de Sir Midvale, pero el resto, que eran ahora decuriones, estaban sirviendo actualmente en la fuerza de castigo.
Había sido la nariz de perro de Becker la que había notado el olor de la cocina de Weed y lo había seguido hasta dar con su antiguo Comandante.
“Je, je.” – dijo Hosram.
“Echamos de menos sus comidas, Jefe.” – añadió Becker.
“Lamento que esta vez no estemos bajo su mando, pero, ¿no nos va a demostrar que la vieja camaradería nunca muere?” – dijeron los viejos subordinados con cara de hambre.
“¿Cómo es que conoce a soldados de Rosenheim?”
“Y no son meros soldados. Parecen decuriones.”
“Acaban de llamarle Comandante.”
Surka y Pale no podían ocultar su sorpresa. Un decurión era un puesto bastante respetable, y los niveles habituales de los decuriones parecían ligeramente superiores a los suyos.
“Muy bien. Aquí tenéis.”
Weed sirvió sin reservas lo que había estado preparando a sus antiguos subordinados. No hace falta decir que a partir de ese momento los alimentos destinados a la comida de los soldados empezaron a desviarse hacia Weed.
* * *
A las tropas les llevó exactamente diez días a pie llegar hasta su destino. Weed había previsto mejorar su habilidad de [Cocina] en el trayecto. Para alcanzar el nivel intermedio, no solo se requería ser apto con la habilidad, sino una inconmensurable cantidad de esfuerzo.
En los días de la Guarida de Litvart, Weed había estado sirviendo a 32 hombres 3 veces al día, lo que sumaban 96 servicios cada día, acumulando un total de unos 3.000 platos de estofado.
A continuación había montado un puesto al aire libre en el que preparaba y vendía comida en el centro de la Ciudadela. Ahora estaba alimentando cientos de bocas en el viaje, contaba que al menos había servido unos 10.000 platos.
Suponiendo que un hombre come 3 veces al día, son 90 comidas al mes, lo que viene a ser unas 1.080 comidas al año.
Weed había hecho comida suficiente como para que un solo hombre comiese durante diez años, solo para poder alcanzar el nivel intermedio de la habilidad [Cocina], así que si no pillas la idea, es que estás muy perdido.
Cocinar como hobby no era comparable a preparar miles de platos para ganar experiencia en la habilidad. Aunque el [Dominio de la Escultura] era lo mejor para mejorar la [Artesanía], Weed temía que pudiese atraer una atención indeseada si se ponía a tallar estatuas en el camino. Cocinar podía pasar más inadvertido, generando dinero y ganándose gratitudes, cuando no respeto, de los demás.
* * *
Las tropas por fin podían ver el Poblado Baran.
“Ya casi hemos llegado.”
“¿Qué tipo de monstruos crees que habrá? No veo la hora de empezar a luchar.”
Charlando tranquilamente, Irene y Surka recorrían el camino, mientras que Weed, que ya había terminado de cocinar, levantaba la mirada hacia el cielo.
No había nada salvo nubes navegando por el cielo azul.
‘Lo sabía. La Ciudad del Cielo no es más que un mito. Me dejé llevar por una estúpida leyenda. Poblado Baran… el libro decía que era el último sitio con alguna conexión con la Ciudad del Cielo. Por eso me uní a esta expedición, pero me equivoqué.’
Una pequeña esperanza se desvanecía
Cuando la tropa se acercó al poblado, Darius gritó:
“¡Alto!”
Había señalado una parada absoluta. Cuando Weed, que se encontraba en la parte de atrás del ejército se acercó al frente, vio a un anciano con ropas hechas jirones y una docena de niños tambaleantes junto a la tropa.
“¿Qué es lo que quieres?” – preguntó Darius; ni siquiera se había bajado del caballo. Darius y sus compañeros eran los únicos a caballo.
“Saludos, respetable Comandante. Somos los supervivientes del Poblado Baran.” – explicó el anciano – “Mi nombre es Ghandilva, y era el anciano de la aldea. Hace poco envié a Jackson con las noticias de la calamidad que había asolado a mi gente a Su Majestad pidiendo ayuda. Espero que vos seáis quien nos libere de nuestras miserias.”
“Así es.” – respondió Darius.
Ghandilva, el anciano del Poblado Baran, y los aterrorizados críos que le seguían habían escapado del poblado con él cuando había sido invadido por los hombres-lagarto.
“Muy pronto habremos recuperado el Poblado Baran. Así que ponte cómodo y espera un poco más por las buenas noticias.”
“Me alegro de oírlo, respetado Comandante. Por cierto, tengo una petición personal…” – dijo Ghandilva.
“¿Cuál es?”
“Por favor, rescatad a mi gente, capturada por esas despreciables criaturas. Es el último deseo de este humilde anciano.”
Los ojos de Darius adquirieron un nuevo brillo.
“¿Es una misión?”
“Sí, es la misión de mi poblado, respetable Comandante.” – dijo Ghandilva.
“¿Y qué recompensas puedes ofrecerme?”
Como jugador de alto nivel, Darius no se lanzaba a por la primera misión que le ofrecían. Había demasiadas misiones por ahí, y muchas de ellas no eran más que una pérdida de tiempo.
Ghandilva puso una cara derrotada.
“No tenemos nada de valor que ofreceros, señor. Todo lo que puedo ofreceros es esto…” – mostró unas simples semillas.
“Eso me parecía. ¿Qué recompensas podría esperar de un viejo que pierde su poblado ante un patético grupo de hombres-lagarto? Ni tesoros, ni objetos.” – dijo Darius.
Darius se rio con frialdad. El viejo solo había venido a causar problemas antes de que empezase a expulsar a los hombres-lagarto del poblado.
“Entonces recuperaré rápidamente el poblado y, si tenemos tiempo libre después de la batalla, yo personalmente me encargaré de que algunas tropas sean enviadas a rescatar a los cautivos.” – dijo el Comandante de la expedición. – “No podemos perder tiempo pensando que los rehenes de los hombres-lagarto puedan seguir aún vivos. No pongas a prueba mi paciencia, viejo.”
Darius se alejó al trote de malos modos de Ghandilva.
Algunos jugadores de la fuerza de asalto maldijeron el nombre de su líder en voz baja, pero ninguno se atrevió a adelantarse a ayudar al anciano. Ghandilva estaba sumido en la desesperación. Pero en ese momento, alguien cogió sus manos arrugadas.
Era Weed.